Hoy quiero compartir con ustedes un momento muy especial en la vida de mi hija menor. Maia comenzó la Secundaria y ha sido un momento muy emocionante. Ver a mi pequeñita crecer y dar estos pasos importantes para su educación y para su vida me llena de orgullo y alegría. Recuerdo cuando se quedaba llorando en el kinder, y aunque las maestras me juraban que a los 5 minutos estaba jugando con el material, yo quedaba angustiada mediodía.
La transición a la escuela secundaria puede ser un poco intimidante, pero Maia no está sola en esto y sabemos que tiene las suficientes herramientas para enfrentar cualquier obstáculo que se le presente. Y lo que le falte, con nuestro apoyo, lo sacará adelante. Y también puede apoyarse en amigas y compañeras.
Le he explicado que recibir educación es un privilegio. Que habitualmente (y de manera ignorante) largamos un «ah, que estudie si quiere algo mejor». Estudiar es un privilegio, no está al alcance de todos y cuanto más se avanza en el área, más difícil se pone el asunto. Entonces, ahora, su única obligación es estudiar y concentrarse en ello, porque mamá y papá se ocupan del resto.
Hemos hablado que las buenas calificaciones son bonitas y determinantes para muchas personas, pero le explicamos que lo más importante es el conocimiento que adquiere y que perdure en su mente y pueda aplicar en su día a día, mas allá de la Secundaria. Que las habilidades que aprenda, le serán útiles en toda su vida.
Fuera de lo académico, le pedí que conociera a sus compañeras y compañeros nuevos, y que intente lograr nuevas amistades. Ya se trajo el teléfono de un compañero, con quien jugará en una plataforma de juegos en línea. Admiré que se hubiera atrevido a tanto.
Estoy emocionada por ver cómo mi hija crecerá académicamente, se hará de nuevas amistades y descubrirá su verdadero potencial. Estoy aquí (estamos aquí) para apoyarla en cada paso del camino, así como ustedes también están ahí para los suyos.
¡Éxitos para todos ellos!
