Flores en la celebración del Día de Muertos

La celebración de el Día de muertos estaría incompleta sin flores. Ya sea en los panteones o en los altares, las flores son parte esencial del colorido de estos días.

Hay 3 flores que destacan por sobre las demás: el cempasúchil, la nube y el terciopelo.

Estas plantas solían ser abundantes en la región central del país desde épocas prehispánicas: Sus pétalos y colores son especialmente distintivos del culto a los muertos en el país. La flor de muertos por excelencia, se sabe, es el cempasúchil. El color amarillo que presenta evoca al Sol, que en la tradición azteca, se dice, guiaba las almas de los difuntos.

Así, los pétalos de esta flor solían usarse para formar un camino desde la puerta de la casa hasta el altar de muertos, para que los espíritus de los seres queridos lo pudieran encontrar.

Ya en el altar, los pétalos también se distribuyen y la combinación de los pétalos amarillos y naranjas, realizan una decoración característica de estas fechas.

Otra flor de esta época es la nube, cuyo color blanco en la ofrenda simboliza la pureza, suele ser utilizada desde hace siglos en diversos arreglos como flor secundaria. Y aporta mucho volumen a cualquier ramo que se deje en la ofrenda.

Se dice que la otra flor, el terciopelo tiene su origen en Asia pero, sus tonos blancos y rojizos ya se han adoptado en el país desde hace mucho tiempo atrás para adornar en esta época del año.

Por supuesto que estas 3 flores no son condición sine qua non para ésta época. Claveles, rosa, crisantemos, todas son válidas para honrar y recordar a quienes se nos adelantaron en el camino.

Es tal la fuerza y arraigo de la festividad en sus diversas expresiones en todo el territorio nacional, que la celebración del Día de Muertos fue declarada en 2003 como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Imagen | Shuttershock