Clase 6: El llanto y sus significados

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La sexta clase del curso de Formación en Primera Infancia y Crianza habló sobre el «El llanto y sus significados» que creo que es un tema que nos interesa mucho a todas las que somos mamás.

Obviamente, se me hace imposible transcribirles toda la clase, ojalá pudiera, pero fue realmente movilizante. Si bien tocaron tema de lo cuales ya había leído (La «Declaración sobre el llanto de los bebes» de M. Odent y el Concepto del Continuum) me fue muy reveladora la clase en si.

Hay mucho para hacer en este campo. Siempre que nos encontremos con alguien que nos diga «déjalo llorar, lo estás malcriando» es indicativo de que esta información no se difunde.

Les comparto los extractos más destacados de la clase «El llanto y sus significados».

Es cierto que es frecuente que los bebés de nuestra sociedad Occidental lloren, pero no es cierto que sea normal. Los bebés lloran siempre por algo que les produce malestar: sueño, miedo, hambre o, lo más frecuente y que suele ser causa de los anteriores, la falta del contacto físico con su madre u otras personas del entorno afectivo.
El llanto es el único mecanismo que los bebés tienen para hacernos llegar su sensación de malestar, sea cual sea la razón del mismo.

El cuerpo del bebé recién nacido está diseñado para tener en el regazo materno todo cuanto necesita, para sobrevivir y para sentirse bien: alimento, calor, apego. El bebé criado en el cuerpo a cuerpo con la madre desconoce la sensación de necesidad, de hambre, de frío, de soledad, y no llora nunca.
Como dice la norteamericana Jean Liedloff, en su obra «El Concepto del Continuum», el lugar del bebé no es la cuna ni la sillita ni el cochecito, sino el regazo humano. Esto es cierto durante el primer año de vida y los dos primeros meses de forma casi exclusiva (de ahí la antigua famosa cuarentena de las recién paridas).

El propio desarrollo del bebé indica el fin del periodo simbiótico: cuando se termina la osificación y el bebé
empieza a andar. Entonces, empieza poco a poco a hacerse autónomo y a deshacerse el estado simbiótico.

La verdad es obvia, sencilla y evidente.

El bebé lactante toma la leche idónea para su sistema digestivo y además puede regular su composición con la duración de las tetadas, con lo cual el bebé criado en el regazo de la madre no suele tener problemas digestivos.

Cuando la criatura llora y no se le atiende, llora con más y más desesperación porque está sufriendo. Hay psicólogos que aseguran que cuando se deja sin atender el llanto de un bebé más de tres minutos, algo profundo se quiebra en la integridad de la criatura, así como la confianza en su entorno.

Los padres, que hemos sido educado en la creencia de que es normal que los niños lloren y de que hay que dejarles llorar para que se acostumbren y que, por ello, estamos especialmente insensibilizados para que su llanto no nos afecte, a veces no somos capaces de tolerarlo.

En Occidente se ha creado en los últimos 50 años una cultura y unos hábitos, impulsados por las multinacionales del sector, que elimina este cuerpo a cuerpo de la madre con la criatura y deshumaniza la crianza. Al sustituir la piel por el plástico y la leche humana por la leche artificial, se separa más y más a la criatura de su madre.
Incluso se han fabricado intercomunicadores para escuchar al bebé desde habitaciones alejadas de la suya. El desarrollo industrial y tecnológico no se ha puesto al servicio de las pequeñas criaturas humanas, llegando la robotización de las funciones maternas a extremos insospechados.

A corto plazo parece que el modelo de crianza robotizado no es dañino, que no pasa nada, que las criaturas sobreviven; pero científicos como Michel Odent, apoyándose en diversos estudios epidemiológicos, han demostrado una relación directa entre diferentes aspectos de esta robotización y las enfermedades que sobrevienen en la edad adulta.

Deberíamos sentir un profundo respeto y reconocimiento hacia el llanto de los bebés, y pensar humildemente que no lloran porque sí, o mucho menos, porque son malos. Ellas y ellos nos enseñan lo que estamos haciendo mal.

En la clase también hubo un espacio para el Dr. Estivill y la mala copia que hizo del método Ferber, bautizandolo «Método Estivill» (no sé si reir o llorar)

Por todo lo que hemos expuesto, queremos expresar nuestra gran preocupación ante la difusión del método propuesto por el neurólogo E. Estivill en su libro «Duérmete Niño» (basado a su vez en el método Ferber divulgado en Estados Unidos), para fomentar y ejercitar la tolerancia de los padres al llanto de sus bebés. Se trata de un conductismo especialmente radical y nocivo teniendo en cuenta que el bebé está aún en una etapa de formación. No es un método para tratar los trastornos del sueño, como a veces se presenta, sino para someter la vida humana en su más temprana edad. Las gravísimas consecuencias de este método, han empezado ya a ponerse de manifiesto.

Más claro, agregar agua, por favor.

Y estas, son las 2 entrevistas que realice para la clase.

Debiamos entrevistar a dos padres y ver como manejaban el tema del llanto y la crianza, orientarlos a que mencionen el trato de las mismas en sus propias infancias (por ej. qué solían hacer sus padres cuando ellos lloraban, que frases recuerdan, etc) e incluir alguna orientación dada.

Ayelén, 22 años, mamá de niña de 2 años.

Madre soltera, dice que no ha podido ejercer libremente su maternidad debido a la presencia de la abuela materna de la bebé, quien siempre la ha querido criar como propia y a su manera. A tal grado, que le indicaba a su hija que debía dejar llorar a la bebé si esta ya estaba limpia y alimentada, so pena de estar consintiéndola y criando una niña chantajista. Situación difícil para la joven madre, quien todo el tiempo se preguntaba como un bebe que solo come y duerme, puede conocer el chantaje.

Además, ella sabe que fue atendida de la misma manera por su madre, por lo cual, no quiere repetir la historia, dado que considera nula la relación afectiva entre ambas.

Muchas veces se planteó enfrentar a su madre, pero ante la imposibilidad de alejarse del techo materno, se somete a sus indicaciones. Situación que se mantiene hasta el segundo cumpleaños de la bebé, momento en el cual, ambas pueden dejar ese círculo vicioso y trasladarse a vivir solas.

Consejo: estabas en lo cierto y tu instinto materno actuó cuando te hiciste ese planteo, totalmente correcto. Tu bebé te reclamaba porque necesitaba algo que iba más allá de un pañal limpio o un biberón con leche: necesitaba el calor de tus brazos.

En este caso en particular, me remitió a la clase previa, en la parte del “destete de los padres”. Ayelén lo hizo de forma abrupta y privando a su hija de la relación con sus abuelos, quienes sufren una doble pérdida: la hija y la nieta.

Juan Fernando, 25 años, papa primerizo de un varón de 11 meses

Juan, casado desde hace 3 años es un papá interesado en la crianza con apego y difunde sus conocimientos entre sus amigos. Dice hacer envíos de mails desde su casa como ingreso extra a su trabajo formal, mientras su bebe (de pocos meses en esos momentos) dormía en su rebozo, pegado a su pecho.

Al consultarle si en ese preciso momento, no hubiera sido más cómodo dejarlo dormir en la cuna, menciona que el fue el segundo hijo que estaba confinado a la cuna mientras los otros 3 miembros de la familia convivían en la sala de la casa. Y que aunque formalmente no lo recuerda, sus padres siempre lo contaban, a modo de “gracia”.

Además, desde un principio noto que el llanto era breve o directamente, no se presentaba, cuando tenía al bebé en el rebozo o en la cama junto a él.

El se prometió ser distinto cuando fuera padre. ¡Y vaya que lo está logrando! Así que más que darle consejos, intercambiamos puntos de vista y formas de seguir difundiendo la crianza con apego y con respeto

Soy Viviana, mami de Sofia y de Maia. Dueñas las 3 de F, nuestro amor y rey de la casa. Doula, Social Media Mom & WAHM. Este blog está online de manera ininterrumpida desde 2005.

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